Karl Marx
por Alexsandro M. Medeiros
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publicado en: dez. 2022
Karl Marx (1818-1883) fue un economista, filósofo y sociólogo alemán: “[...] uno de los economistas más brillantes del siglo XIX, un sociólogo de incomparable talento y amplitud de conocimientos, y uno de los más importantes filósofos de su tiempo” (BORON, 2006, p. 287 – traducción nuestra). Marx publicó en 1848, junto con Friedrich Engels, El Manifiesto Comunista: un breve resumen del materialismo histórico y un primer esbozo de la teoría revolucionaria que luego se conocería como marxismo. La publicación del Manifiesto se definió el año anterior, en 1847, en el 2º Congreso de la Liga de los Comunistas, “asociación internacional de trabajadores” como señala Jean-Jacques Chevalier (1999, p. 291 – traducción nuestra) y como podemos leer al principio del mismo Manifiesto, cuya redacción fue confiada a Marx en colaboración con Engels. Así es como comienza el Manifiesto:
Un espectro acecha a Europa: el espectro del comunismo. Todos los poderes de la vieja Europa se han unido en una Santa Alianza para conjurarlo: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los policías de Alemania.
¿Qué partido de la oposición no ha sido acusado de comunista por sus opositores en el poder? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado el infame reproche de comunista a sus oponentes de derecha o de izquierda?
Dos conclusiones se derivan de estos hechos:
1º: el comunismo ya es reconocido como fuerza por todas las potencias europeas;
2º: Es hora de que los comunistas expongan abiertamente sus puntos de vista, objetivos y tendencias al mundo entero, oponiendo un manifiesto del propio partido a la leyenda del espectro del comunismo (MARX; ENGELS, 2005, p. 39 – traducción nuestra).
En 1867 Marx publicó el primer volumen de su principal obra: El Capital. Es un libro principalmente económico que expone la teoría marxista del valor, la plusvalía, la acumulación de capital, etc. Los volúmenes II y III de El Capital fueron editados póstumamente por Engels en 1885 y 1894 y Karl Kautsky publicó otros textos como el volumen IV (1904-1910).
Marx dejó para la posteridad una gran fuente teórica de reflexiones y críticas sobre temas de extrema relevancia para cualquier sociedad, entre los que podemos destacar:
[...] una teoría de la sociedad burguesa, del proceso de acumulación capitalista y del papel fundamental que juega la economía en esta formación social; una teoría de la explotación; una teoría del Estado, su carácter de clase y su relativa autonomía en el capitalismo; una teoría de la revolución y los prolegómenos de una teoría del estado de transición; y, finalmente, el esbozo de una teoría de la sociedad comunista, piezas que constituyen un acervo de fundamental importancia para la reflexión filosófico-política contemporánea (BORON, 2006, p. 318 – traducción nuestra).
Marx, el Filósofo: Materialismo Histórico Dialéctico
Inspirado en el materialismo antiguo (su tesis doctoral de 1841 versó sobre el atomismo de los filósofos griegos Demócrito y Epicuro: Sobre las diferencias en la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro) y de una crítica a la economía política, la filosofía de Karl Marx bien puede caracterizarse como una filosofía materialista. El materialismo filosófico de Marx busca pensar al hombre como el producto del conjunto de todas sus relaciones sociales e históricas y, por ello, esta filosofía también se denomina materialismo histórico. A esta manera de pensar la realidad material socio-histórica es necesario agregar su dinamismo, sus antagonismos, las relaciones de oposición y contradicción que caracterizan el movimiento de la Historia. Esto es lo que convencionalmente se llama materialismo dialéctico. Por eso la doctrina marxista (o marxiana como prefieren los estudiosos que creen que la doctrina marxista subvirtió el pensamiento de su creador y para distinguir la obra de su fundador y la tradición teórica de sus seguidores) se conoce como materialismo histórico dialéctico: constituye la aplicación de la dialéctica a los hechos históricos.
Entre las influencias presentes en Marx y que contribuyeron al desarrollo de sus ideas, debemos mencionar al filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Ludwig Feuerbach, a quienes Marx criticará posteriormente. Del primero Marx extrae el concepto de dialéctica y del segundo el concepto de materialismo, “[...] que servirán al joven Marx como armas necesarias para la crítica del Idealismo Hegeliano y la formación de su pensamiento” (COSTA, 2010, p. 63 – traducción nuestra) y, posteriormente, “[...] en el Marx maduro, en las Tesis sobre Feuerbach, habrá una crítica al materialismo humanista de Feuerbach (id., ibidem, p. 63). Es en la obra La Ideología Alemana donde podemos encontrar “[...] el pensamiento de un Marx maduro que refutará el hegelianismo especulativo-idealista y el materialismo humanista feuerbachiano” (id., ibidem, p. 69). En efecto, Marx pretende poner la dialéctica hegeliana “bajo sus pies” y considera que la realidad es enteramente material, y no la realidad de un Espíritu Absoluto como en el idealismo hegeliano: el movimiento del pensamiento no es más que el reflejo del movimiento de la realidad material. “Según el mismo Marx, mientras la dialéctica de Hegel desciende del cielo a la tierra, su dialéctica va de la tierra al cielo (id., ibidem, p. 66 – traducción nuestra). La dialéctica hegeliana se formula esencialmente sobre una base idealista: el mundo es una sucesión de procesos complejos donde la realidad está en constante desarrollo, alternando entre el ser y el devenir. Este desarrollo es una evolución discontinua, contradictoria, yendo hacia un fin determinado: lo Absoluto. “Hegel llegó a la conclusión del idealismo absoluto, según el cual el mundo real no era más que una realización progresiva de la Idea pura, absoluta, existente desde toda la eternidad” (CHEVALIER, 1999, p. 294 – traducción nuestra).
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Marx retoma la lógica hegeliana, excluyendo, sin embargo, todo el idealismo inherente a la filosofía de Hegel y rechazando lo que podríamos llamar “la sustancia mística hegeliana” o el “misticismo lógico panteísta” en referencia al Espíritu Absoluto (VAISMAN, 2006). Marx atribuyó una interpretación materialista a la dialéctica propuesta por Hegel, invirtiendo su análisis idealista: ya no se trata de colocar al “Espíritu Absoluto” como la idea que determinaría la realidad, sino que ésta está determinada por la forma en que nuestro ser expresa su vida productiva, en lo que produce y cómo produce, materialmente hablando (FAUSTO, 1997; RANIERI, 2011; SAMPAIO; FREDERICO, 2009). Para Marx el “[...] mundo material, perceptible por los sentidos, era la única realidad; fuera de ella nada existía” (CHEVALIER, 1999, p. 294 – traducción nuestra). La inversión propuesta por Marx es una inversión de orden ontológico, como afirma Ester Vaisman: “[...] Hegel supone que los movimientos de la idea no son más que los movimientos generales de las cosas, que expone de manera mistificada, lógica, especulativa. Esta mistificación, logicismo o especulatividad se basa en suponer que lo que es de las cosas, de los seres, es del pensamiento” (2006, p. 336 – traducción nuestra).
En Marx, la dialéctica es un método que permite analizar las relaciones contradictorias entre las fuerzas sociales en un período histórico determinado, permitiendo también deducir el movimiento de la Historia misma. Para estudiar una determinada realidad objetiva, hay que analizar los aspectos y elementos contradictorios de esta realidad y en su movimiento, es en este sentido que la dialéctica marxista no hace más que resumir y ampliar la dialéctica hegeliana.
Cabe señalar que Marx no desarrolló el pensamiento dialéctico solo, ya que para esto tuvo grandes aportes de Friedrich Engels. “Unidos a una sociedad fraternal, ideológica e intelectual iniciada entre 1842 y 1844, los padres del materialismo dialéctico estuvieron siempre vinculados a las causas emancipadoras de los trabajadores” (MORAES JÚNIOR, 2012, p. 120 – traducción nuestra). Además, fue Engels quien ayudó no solo intelectual sino económicamente a Karl Marx, después de que éste fuera expulsado de Prusia y Francia y se instalara en Londres. Incluso fue Engels quien escribió varias notas sobre temas relacionados con el materialismo dialéctico en los últimos años de la vida de Marx. Fue Engels, por ejemplo, quien buscó establecer las tres grandes leyes generales de la dialéctica como: 1) la ley de la negación de la negación; 2) ley de la interpenetración de los opuestos; 3) ley del paso de la cantidad a la calidad y viceversa.
Finalmente, podemos decir que la concepción materialista de la Historia es, por tanto, la aplicación del materialismo al estudio del desarrollo histórico de las sociedades. Según esta concepción, es el ser social el que explica la conciencia social: en la producción social de su existencia, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un grado de desarrollo determinado por sus fuerzas productivas materiales. Si para Hegel el sujeto es un producto de la razón, en Marx el sujeto es el resultado del conjunto de relaciones sociales de producción y de las condiciones materiales a través de las cuales se reproducen.
Marx dirá que lo que los individuos son no depende de la razón, sino de las condiciones materiales para la producción de los bienes necesarios para la vida. En otras palabras, a cada desarrollo de las fuerzas productivas corresponderán nuevas relaciones de producción más avanzadas, las cuales, a su vez, corresponderán más adelante a un nuevo momento de reflexión de los individuos sobre su esencia, subjetiva y objetiva, el ser y sus condiciones de existencia (COSTA, 2010, p. 69 – traducción nuestra).
Un gran ejemplo de ello es la forma en que la tecnología ha expuesto el modo de actuar del hombre frente a la naturaleza, cómo ha cambiado el proceso de producción de su vida material y, en consecuencia, las relaciones sociales y las ideas o concepciones intelectuales que de allí surgen. El crecimiento de la tecnología ha cambiado las relaciones sociales y las relaciones laborales, basta pensar en el trabajo de un artesano del siglo XVI y la de un técnico en Informática del siglo XXI. De esta manera, al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su modo de producción y al cambiar el modo de producción, la forma de ganarse la vida, cambian todas las relaciones sociales.
La crítica de Marx a la dialéctica hegeliana también tendrá consecuencias para la crítica de Marx al modelo de Estado defendido por su maestro (Hegel fue profesor de filosofía de Marx en la Universidad de Berlín).
Simplificando un razonamiento mucho más complejo, diremos que la respuesta de Marx se construye en torno al siguiente argumento: si en Hegel la relación “Estado/sociedad civil” aparece invertida, ello no se debe a un defecto de razonamiento, sino que obedece a compromisos epistemológicos más profundos, cuyas raíces se hunden en el corazón mismo de la sociedad burguesa (BORON, 2006, p. 300 – traducción nuestra).
Es, para resolver este problema, que Marx se interesará en la Economía Política. Es necesario ir más allá del hombre abstracto y del idealismo hegeliano. Una crítica social requiere comprender al hombre históricamente situado, combinando y articulando factores económicos, sociales, culturales, políticos e ideológicos. Avanzando en la exploración de la anatomía de la sociedad civil es que Marx hará uso de los instrumentos teóricos desarrollados por la economía política, culminando en una reelaboración radical de la filosofía política.
Marx, el Economista
En la teoría marxista, el materialismo histórico dialéctico busca explicar la historia de las sociedades humanas en todos los tiempos a través de hechos materiales, esencialmente económicos y técnicos. La dialéctica hegeliana contenía una serie de elementos esenciales para el análisis de los supuestos económicos de Marx.
Primero, destacaba, de modo amenazador, el carácter inherentemente contradictorio –y por lo tanto provisional– de las instituciones y prácticas sociales existentes. Si en su versión idealista esto podía resolverse en una inofensiva dialéctica de ideas, en su lectura y reconstrucción marxista, estas contradicciones se dan entre fuerzas sociales e intereses de clase que llevan proyectos, valores e ideologías enfrentadas (BORON, 2006, p. 305 – traducción nuestra).
Sin embargo, Marx reformulará radicalmente la concepción dialéctica hegeliana como enfatizamos más arriba, destacando las condiciones históricas en las que hombres y mujeres crean y recrean sus propias condiciones de existencia. Es en este terreno donde la economía aparece como un factor esencial para explicar la densa red de relaciones existente entre la Política, el Estado y la vida social. En efecto, “La producción económica y la organización social que necesariamente resulta de ella para cada época de la historia constituyen la base de la historia política e intelectual de esa época [...] Con esta frase, Engels define el 'materialismo histórico'” (CHEVALIER, 1999, p. 294 – traducción nuestra).
Según la doctrina marxista, la sociedad se compara con un edificio en el que los cimientos, la infraestructura, estarían representados por las fuerzas económicas, la base económica, mediante la cual los hombres producen los bienes necesarios para la vida; mientras que el edificio mismo, la superestructura, representaría ideas, costumbres, instituciones (políticas, religiosas, jurídicas, etc.), lo cual está determinado por lo primero: la infraestructura determina la superestructura, es decir, las manifestaciones de la superestructura (política, la moral y la ley) ahora están determinados por cambios en la infraestructura, resultantes del paso de diferentes sistemas económicos. La infraestructura económica es la base sobre la que se construye toda la superestructura jurídica, política, moral, intelectual e ideológica. Por eso Marx dirá que no es la conciencia la que determina el ser social, sino la realidad social la que lo determina:
[...] el mundo de la producción de la vida material “determina generalmente el proceso social, político e intelectual de la vida”. Un determinado modo de producción -el molino manual, de la época feudal- determina necesariamente una determinada estructura social (es decir, una determinada división en clases), que necesariamente da lugar a una determinada organización política y jurídica, a unos sentimientos y a unas determinadas ideas: reflejo-sentimientos, reflexión-ideas (CHEVALIER, 1999, p. 297 – traducción nuestra).
Marx no se contentó con denunciar las consecuencias del Capitalismo burgués (como la pobreza extrema de los trabajadores ingleses de la época). Marx buscó analizar las condiciones que permitieron el nacimiento del Capitalismo, las leyes que guían la producción de mercado (apoyándose, incluso, en la obra de economistas de su época, como Adam Smith y David Ricardo), además de proponer un nuevo modelo económico del modo de producción que pudiera superar las contradicciones del modelo capitalista: el socialismo y el comunismo, con el fin de las desigualdades y la justicia social, de la propiedad privada de los medios de producción y de la alienación producida por el sistema capitalista. Sin embargo,
Las indicaciones que nos da Marx sobre las características de la futura sociedad comunista son amplias y vagas [...] los estudiosos de Marx tienden a estar de acuerdo en que dos elementos son esenciales para comprender la forma en que él imaginó la futura sociedad comunista: 1) la abolición de clases sociales; 2) la abolición del Estado (SELL, 2006, p. 65 – traducción nuestra).
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He aquí una comparación basada en las ideas que nos dejó Marx de lo que podría ser el modelo de sociedad comunista (modo de producción) en comparación con el Capitalismo.
En el transcurso de la Historia, el avance de la tecnología ha permitido un aumento de la producción, determinando un nuevo modo de producción: el Capitalismo. El Capitalismo surge de la relación entre el artesano del régimen feudal y la aparición de la clase burguesa: el desarrollo de la técnica demandaba cada vez más trabajadores, más artesanos, bajo la égida de un señor feudal, y luego de la pequeña burguesía. El régimen capitalista se caracteriza entonces por el continuo desarrollo de las técnicas de producción. Los precios caen y hacen desaparecer las empresas menos rentables. Aumenta la clase del proletariado. Una concentración cada vez mayor de riqueza está centralizada en manos de unos pocos.
Modos de Producción
Las relaciones sociales están totalmente determinadas por la producción social (económica), que Marx dividió en fuerzas productivas (condiciones materiales de producción: objetos, materias primas, instrumentos, máquinas) y relaciones de producción (modo de organización, a partir de las condiciones naturales, para llevar a cabo la actividad productiva). La forma en que se reproducen las fuerzas productivas y las relaciones de producción en una sociedad dada constituye lo que Marx llamó el modo de producción. Cada modo de producción representa pasos sucesivos en el desarrollo de la propiedad privada y el advenimiento de la explotación del hombre por el hombre. Adquiriendo nuevas fuerzas productivas, los hombres modifican su modo de producción, la forma de ganarse la vida, modifican todas las relaciones sociales: “el molino de mano os dará la sociedad con el señorío; el molino de vapor, la sociedad con el capitalismo industrial”.
En cada modo de producción, la desigualdad de propiedad y las relaciones de producción crean contradicciones con el desarrollo de las fuerzas productivas que provocan un proceso revolucionario que pondrá fin al actual modo de producción y el surgimiento de otro. Marx dividió los diferentes modos de producción existentes a lo largo de nuestra historia de la siguiente manera:
- Sociedades primitivas: los medios de producción son comunes a los miembros de cada sociedad (comuna primitiva); en la base económica no hay propiedad privada (no hay sentido de propiedad).
- Modo de producción patriarcal: domesticación de animales, agricultura; surgimiento de la propiedad (propiedad familiar); las relaciones de producción y el modo de producción cambian; diferenciación de funciones de clase (autoridad patriarcal).
- Modo de producción esclavista: como resultado del aumento de la producción más allá de lo necesario para la subsistencia, explotación de la mano de obra (generalmente prisioneros de guerra convertidos en esclavos); surgimiento de la clase de amos (dueños de esclavos) y esclavos. – feudalismo.
- Modo de producción feudal: la base económica es la propiedad de los medios de producción por parte del señor feudal. – señor feudal – siervo.
- Modo de producción capitalista: producción de bienes con vistas al valor de cambio (venta del producto). – burgués – proletario.
“La necesaria correspondencia entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas es fundamental en la concepción del materialismo histórico. Por lo tanto, el materialismo histórico es una teoría social” (COSTA, 2010, p. 70 – traducción nuestra). Lo que son los individuos depende de las condiciones materiales de producción y en el ejercicio de la actividad productiva los hombres establecen relaciones que son a la vez sociales, políticas, económicas, ideológicas, pero que tienen en su origen relaciones que se determinan entre los propietarios de los medios de producción y los propietarios de la fuerza de trabajo. Siendo los intereses de ambos extremadamente contrarios y antagónicos, la consecuencia de tales relaciones es una sola: la lucha de clases.
A partir del análisis de los diferentes modos de producción, Marx trató de observar en la historia humana las formas en que se produjeron los diferentes cambios sociales en las sociedades europeas anteriores al Capitalismo. Analizando desde las primitivas comunidades de cazadores-recolectores, hasta las primeras relaciones esclavistas, las relaciones feudales entre los terratenientes y los siervos que se sometían a su mando, Marx observó que los conflictos sociales siempre estuvieron ligados a la condición económica de estas sociedades y, por tanto, Marx puede afirmar, junto con Engels al comienzo del Manifiesto Comunista, que “la historia de todas las sociedades existentes hasta ahora es la historia de las luchas de clases” (MARX; ENGELS, 2005, p. 40 – traducción nuestra).
Marx, el Sociólogo: Lucha de Clases
La historia de la humanidad es la historia de la lucha dialéctica permanente entre opresores y oprimidos (amos x esclavos, nobles feudales x siervos, burgueses x proletariado) que se fundamenta en las relaciones económicas que se establecen en las sociedades humanas a lo largo de la historia. La lucha de clases ocurre porque los individuos que forman parte de diferentes clases sociales también tienen intereses diferentes, a menudo antagónicos y conflictivos. Si consideramos que las clases sociales corresponden a un conjunto de individuos que tienen en común la misma situación económica y el mismo tipo de acceso a los medios de producción, entonces quienes poseen los medios de producción querrán permanecer en la condición de propietarios de los medios de producción (son dueños de grandes porciones de tierra, fábricas, máquinas que transforman la materia prima, etc.) ,mientras que los que corresponden a otra clase social pretenden salir de la condición de explotación a la que están sometidos por la dueños de los medios de producción. La lucha de clases refleja este conflicto: las diferencias materiales que se establecen en el medio social y que someten a la clase social trabajadora a condiciones de trabajo muchas veces inhumanas para que el gran capitalista pueda obtener cada vez más ganancias.
Para Marx y Engels, la base de la sociedad son las relaciones de producción económica dominadas por la ideología de la clase dominante que pretende perpetuarse en esta condición. Por eso es necesario unir y organizar a la clase obrera a favor de un objetivo común: el fin de la explotación y el capitalismo. Así termina la obra Manifiesto del Partido Comunista: “¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!” (MARX; ENGELS, 2005, p. 69 – traducción nuestra). Marx y Engels apuntan a cambiar las condiciones sociales de la clase obrera y, si este cambio no es posible que ocurra gradualmente, debe pasar por la revolución del proletariado.
Un análisis de la constitución del proletariado en clase a partir de tres obras de Marx, a saber, el Manifiesto Comunista (donde se analiza la relación entre la burguesía, el proletariado y la lucha de clases; esta primera obra está escrita en colaboración con Engels) , El 18 Brumario, de Luis Bonaparte (donde se analiza la derrota del proletariado en la insurrección de junio de 1848 tras un efímero triunfo cuatro meses antes) y Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 (donde se analiza el proceso de lucha de los proletarios y las condiciones materiales de su organización como clase) se encuentra en el artículo de Eliel Machado:
En cualquiera de las tres obras se aborda, como posibilidad histórica, la formación del proletariado en clase, aun cuando Marx y Engels afirman, en el Manifiesto, que “la burguesía produce, sobre todo, sus propios sepultureros. Su declive y la victoria del proletariado son igualmente inevitables” (1998: 51). […] A diferencia de la burguesía, que ya se había constituido como clase y, más aún, conquistado el poder político de la nobleza feudal –una de las mejores expresiones de este proceso es la Revolución Francesa de 1789–, el proletariado hizo numerosos intentos a lo largo de la historia, pero en ninguno de ellos tuvo el mismo éxito de la burguesía que logró pasar del feudalismo al capitalismo. En el caso de las revoluciones proletarias, a pesar de haber derrocado la supremacía burguesa, ninguna pasó del capitalismo al socialismo (2011, p. 4 – traducción nuestra) [1].
Además, la lucha del proletariado no debe limitarse a la lucha de los sindicatos por mejores salarios y condiciones de vida. También debe ser la lucha ideológica para exponer las contradicciones del capitalismo y dar a conocer el socialismo a los trabajadores y asumirlo como lucha política por la toma del poder. Para ello es necesario que el proletariado se organice en torno a un partido político, revolucionario, capaz de educar a los trabajadores y llevarlos a organizarse para tomar el poder a través de una revolución socialista.
Marx creía que la clase trabajadora podía poner fin a las condiciones de explotación del capitalismo, de la misma manera que los comerciantes se levantaron durante el período feudal para derrocar el poder de la nobleza. Para Marx la revolución proletaria era inevitable y eso fue lo que lo llevó a creer en el triunfo del Socialismo y el Comunismo sobre el Capitalismo. Sin embargo, sus predicciones no se cumplieron.
Consideraciones Finales
A pesar de las experiencias frustradas del socialismo en la Unión Soviética (1917), en China (1949) y las condiciones actuales del socialismo en Cuba (1959), es necesario considerar que las ideas marxistas trajeron importantes aportes a la sociedad:
el socialismo sirvió para que los trabajadores se organizaran y lucharan por sus derechos [...] fue un medio muy importante para despertar la conciencia política de los trabajadores [...] el socialismo ayudó a consolidar un valor importante en el mundo moderno: el valor de la igualdad (SELL, 2006, p. 70 – traducción nuestra).
Al criticar el modo de producción capitalista, el marxismo llama la atención sobre el gran problema de las desigualdades y la injusticia social: la forma en que los dueños del capital se enriquecen cada vez más al expandir sus fortunas mediante la explotación de la clase obrera, o sea, el capitalismo, según Marx, es salvaje, porque el trabajador produce más para su patrón que su propio costo para la sociedad, y el Capitalismo se presenta necesariamente como un régimen económico de explotación, con plusvalía (básicamente el lucro excedente del trabajo de la clase obrera que el jefe se apropia), la ley fundamental del sistema.
Marx es un pensador crítico de la sociedad que buscó revolucionar, no solo la sociedad, sino las posibilidades políticas del pensamiento, a partir de una interconexión entre la teoría y la práctica. En Marx, la actividad humana es fuerza creadora, a la vez sujeto, actor y autor de la Historia, aunque sea en las circunstancias que histórica y socialmente le son dadas. “Así escribió Marx, en el undécimo aforismo de las 'Tesis sobre Feuerbach', que 'Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diferentes maneras; la cuestión, sin embargo, es transformarlo’” (MARX, 2008, p. 29 apud MORAES JÚNIOR, 2012, p. 126 – traducción nuestra).
Referências Bibliográficas
BORON, Atilio A. Filosofia política e crítica da sociedade burguesa: o legado teórico de Karl Marx. In: ____. (org.). Filosofia política moderna. De Hobbes a Marx. Buenos Aires/São Paulo: CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; DCP-FFLCH, Departamento de Ciencias Politicas, Faculdade de Filosofia Letras e Ciencias Humanas-USP, 2006, p. 287-330.
CHEVALIER, Jean-Jacques. As grandes obras políticas: de Maquiavel a nossos dias. 8. ed. Rio de Janeiro: Agir, 1999.
COSTA, César Augusto S. da. Premissas conceituais sobre a formação do materialismo de Marx. Práxis Filosófica, n. 31, p. 61-72, jul./dez. 2010.
FAUSTO, Ruy. Dialética marxista, dialética hegeliana: a produção capitalista como circulação simples. São Paulo: Paz e Terra/Brasiliense, 1997.
FERRAZ, Cristiano Lima. Marxismo e teoria das classes sociais. Politeia – História e Sociedade, Vitória da Conquista, vol. 9, n. 1, p. 271-301, 2009.
MACHADO, Eliel. Proletariado e luta de classes em Marx e Engels. Anais do XXVI Simpósio Nacional de História – ANPUH. São Paulo, julho 2011.
MARX, Karl. Teses Sobre Feuerbach. In: A Ideologia Alemã. São Paulo: Boitempo, 2008. (versão disponível online)
MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. Manifesto Comunista. 4. reimpressão. São Paulo: Boitempo editorial, 2005. (edição disponível online)
MORAES JÚNIOR, Manoel Ribeiro de. De Marx a Horkheimer: uma história da convergência entre teoria e práxis. Praxis Filosofica, n. 34, p. 119-137, jan./jun. 2012.
RANIERI, Jesus. Trabalho e dialética. Hegel, Marx e a teoria social do devir. São Paulo: Boitempo, 2011.
SAMPAIO, Benedicto Arthur; FREDERICO, Celso. Dialética e materialismo: Marx entre Hegel e Feuerbach. 2. Ed. Rio de Janeiro: EdUFRJ, 2009.
SELL, Carlos Eduardo. Introdução à Sociologia Política: política e sociedade na modernidade tardia. Petrópolis, RJ: Vozes, 2006.
VAISMAN, Ester. Marx e a Filosofia: elementos para a discussão ainda necessária. Nova Economia, Belo Horizonte, vol. 16, n. 2, p. 327-241, mai./ago. 2006.
texto y citas traducidas con la colaboración de Alexis Guerra
[1] Una discusión sobre la teoría de las clases sociales y el proceso de constitución del proletariado, a partir de corrientes de pensamiento existentes en el marxismo y algunas corrientes de la tradición weberiana, además de los resultados de una encuesta realizada con segmentos de trabajadores de una posible “nueva generación de trabajadores en Brasil” del sector del calzado y del automóvil se encuentra en el artículo de Cristiano Ferraz (2009).
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