Sociedad y Estado
por Alexsandro M. Medeiros
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publicado en: mar. 2022
Existen dos teorías que intentan dar cuenta del concepto de sociedad: la teoría organicista, cuyo origen se encuentra en la filosofía griega, que entiende que el hombre es un ser eminentemente social y por tanto no puede vivir fuera de la sociedad, entendiendo al individuo como un “ser orgánico”, parte de la sociedad; y la teoría mecanicista, que entiende al hombre como un ser primario que se vale por sí mismo y del que emanan todos los órdenes sociales como derivaciones secundarias. Para los primeros, la sociedad se define como “el conjunto de relaciones a través de las cuales varios individuos viven y actúan conjuntamente para formar una entidad nueva y superior” (BONAVIDES, p. 64 – traducción nuestra). Los mecanicistas, en cambio, entienden la sociedad como un conjunto derivado de individuos que buscan objetivos comunes pero que, individualmente, serían imposibles de alcanzar.
Los mecanicistas critican esta visión “biologizadora” de la sociedad, porque, según ellos, ocurren fenómenos en la sociedad que no encuentran equivalente en el cuerpo humano: las migraciones, la movilidad social y el suicidio, por ejemplo. Además, dicen: las partes del organismo no viven por sí mismas, siendo imposible imaginarlas fuera del ser que lo integra, ni podemos admitirlas en otra posición que la que les determinó la naturaleza, muy distinta de la que puede suceder con los individuos en la sociedad.
Cualquiera que sea la visión de la sociedad, mecánica u orgánica, es necesario hacer una distinción entre sociedad y Estado. El Estado es un producto de la sociedad, pero no debe confundirse con ella. Primero viene la sociedad, después viene el Estado: el Estado es un orden político de la sociedad. “el Estado moderno está constituido por un conjunto de instituciones públicas que implican múltiples relaciones con el conjunto social en un territorio delimitado” (RODRIGUES, 2011, p. 17 – traducción nuestra), de esta forma, el Estado debe entenderse como el orden jurídico, el cuerpo normativo, “exterior” de la sociedad
Las acciones del Estado están definidas por leyes o actos de gobierno, que tienen por objeto realizar tareas de interés público y que son realizadas por la administración pública. Este ordenamiento de la sociedad, basado en un sistema jurídico que garantiza las libertades fundamentales, da lugar al Estado de Derecho y ese mismo ordenamiento, basado en un sistema de protección social que garantiza el acceso a derechos como la salud, la educación, la vivienda, entre otros, como derechos de cada ciudadano, da lugar al Estado de Bienestar.
Teorías del Estado
Durante la modernidad, los filósofos y pensadores políticos concentraron buena parte de sus reflexiones sobre el Estado, de tal manera que podemos decir que la historia de la política moderna y la historia del Estado se confunden. Prueba de ello son las teorías contractualistas que buscan dar cuenta de la reflexión sobre el origen del Estado y cómo surgió. Además de las teorías del liberalismo político/económico y del socialismo/comunismo donde el Estado representa uno de los principales puntos de divergencia entre estas dos corrientes de pensamiento.
En general, algunos autores defienden la idea de que el Estado representa el bien común y los intereses generales de la sociedad. Sin embargo, esta idea fue ampliamente criticada por la teoría marxista, según la cual, “el Estado es un instrumento de dominación de una clase social sobre otra” (SELL, 2006, p. 111 – traducción nuestra). Para Marx, que en cierto sentido coincide con Rousseau, el Estado aparece como una forma de apropiación de la clase dominante, que primero conquista el poder político a través del Estado para presentar su interés como interés general de la sociedad. Ahora bien, justamente por eso Rousseau afirma, en uno de sus pasajes más célebres, que el primer hombre que rodeó un terreno y dijo “esto es mío” provocó uno de los mayores males para la sociedad, pues el Estado surge a partir de un contrato social, no para garantizar los derechos de todos, sino los derechos de los que tienen la propiedad privada. Por eso el filósofo ginebrino afirma que este primer contrato no era legítimo, pues sólo garantizaba el derecho de los “ricos”: los que llegaban a tener bienes y posesiones. Asimismo, Marx afirma en su Ideología Alemana (apud SELL, 2006) que el Estado adquirió una existencia particular como forma de organización de los burgueses para garantizar sus bienes e intereses. Reflexionando sobre la comprensión moderna del Estado (y más específicamente de los “Estados Nacionales”), Habermas (2002, p. 123-124 – traducción nuestra) lo define jurídicamente como: “desde un punto de vista objetivo, se refiere a un poder estatal soberano, tanto interna como externamente; en términos de espacio, se refiere a un área claramente delimitada, el territorio del Estado; y socialmente se refiere al conjunto de sus miembros, el pueblo del Estado”.
Estas teorías, y otras, involucran básicamente el proceso de formación y consolidación del Estado tal como lo conocemos hoy. A lo largo de la historia, el Estado ha ido adquiriendo características y elementos muy diferentes, pero, en general, podemos entender al Estado como un poder central (estatal) que tiene plenos poderes sobre su territorio. A lo largo de nuestra historia podemos identificar algunos “modelos de Estado” muy diferentes entre sí, ellos son: el Estado Absolutista, el Estado Liberal-Democrático, el Estado Totalitario y el Estado de Bienestar.
Históricamente, la primera forma que asumió el Estado fue el modelo absolutista, en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. Económica y políticamente hablando, el Estado surge de la transición del modelo económico feudal a la economía capitalista: la formación del Estado implica la centralización del poder en territorios bajo el mando de un monarca, reemplazando la fragmentación política medieval en varios feudos. Como su nombre lo indica, en el Estado Absolutista, el monarca está dotado de poderes absolutos. Estas monarquías se constituyeron históricamente en toda Europa, desde Portugal, España (con la unificación de los reinos de Aragón y Castilla en 1476), Francia (desde el reinado de Felipe IV 1285-1314) e Inglaterra (con la monarquía de los Tudor). Con el Estado Absolutista se forma la noción central del Estado Moderno, que es el concepto de “soberanía”, teorizado por filósofos como Jean Bodin, Thomas Hobbes, Rousseau, entre otros: “la soberanía implica la idea de que el Estado es el poder central de una sociedad dada bajo el cual ningún otro poder puede surgir” (SELL, 2006, p. 125 – traducción nuestra).
La construcción del Estado Liberal-Democrático implicó -además de estar marcada por la construcción de los derechos civiles y políticos- la sumisión de las monarquías nacionales absolutistas al poder del Parlamento y la regulación de éste a través de las constituciones, es decir, el Parlamento pasó a controlar al rey a través de la Constitución. Esta lucha contra el absolutismo de los monarcas se puede percibir fácilmente a través de, al menos, tres grandes movimientos históricos: la Revolución Gloriosa (la lucha entre la corona inglesa, el parlamento y la burguesía que tuvo lugar en Inglaterra en el siglo XVII), la Revolución Americana (la independencia de las 13 colonias que se autodenominaban “Estados Unidos” en 1776) y la Revolución Francesa (con la deposición del rey Luis XVI y la inauguración de la “República Francesa”). Lo que tienen en común estas tres Revoluciones y que nos ayuda a entender el surgimiento del Estado Liberal Democrático es que todas proclamaron algún tipo de derechos para los ciudadanos: la primera proclamó la Carta de Derechos, la Ley de Derechos de los Ciudadanos ( 1689), que garantizaba la protección de todo individuo ante el gobierno; la segunda organizó el Estado a partir de la Declaración de Independencia que garantizó los derechos de las personas y sometió el poder de la federación a la Constitución de 1787; y el tercero redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) además de la Constitución de 1791 que sometía el poder del rey al poder del parlamento. En todas estas revoluciones, el poder del monarca estaba limitado por la ley para preservar la libertad y garantizar los derechos individuales. Esta garantía de las libertades individuales es lo que da origen al concepto de Estado Liberal. Además, con la garantía de los derechos individuales (civiles y políticos), podemos decir que fue la construcción del Estado Liberal Democrático lo que dio origen a lo que hoy se conoce como “Estado Democrático de Derecho”.
A pesar de todos estos movimientos, en el sentido de proteger las libertades individuales y garantizar plenos derechos a los ciudadanos, ello no impidió que en el siglo XX emergieran regímenes totalitarios que exacerban la noción de soberanía y someten a los individuos y a la propia sociedad al poder de la Estado: son los Estados Totalitarios, como el fascismo (en Italia, con Benito Mussolini), el Nazismo (o el Nacional Socialismo en Alemania, con Adolf Hitler) y el Estalinismo (en Rusia, con Josef Stalin).
Mussolini llegó al poder en 1922, cuando fue nombrado primer ministro y defendió la prioridad del Estado sobre el individuo. “La palabra 'fascismo' proviene del italiano 'fascio' y significa bulto atado con cuerdas. Esta imagen resume bien la ideología del fascismo. Desde esta perspectiva, el Estado funciona como la atadura que mantiene la unidad del paquete” (SELL, 2006, p. 127 – traducción nuestra). Sobre el fascismo, Noberto Bobbio escribió una obra titulada Dal fascismo alla democrazia (Del fascismo a la democracia), traducida al portugués, que profundiza el debate en torno al régimen fascista: su origen, los hechos que llevaron a la génesis y afirmación del fascismo, su ideología, la propagación de la resistencia contra el régimen, su caída y el establecimiento de la democracia constitucional, además de algunos personajes vinculados al régimen. “La forma en que Bobbio reconstruye la naturaleza del régimen y la ideología fascista, es decir, del programa antidemocracia italiano, ofrece un parámetro para el análisis comparativo de muchos fenómenos análogos” (Michelangelo Bovero, prefacio a la edición brasileña apud BOBBIO, 2007 – traducción nuestra).
En 1932 Hitler llegó al poder como líder del “Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes” y, como en el fascismo, creía que el Estado precede al individuo y también tenía un componente racial, defendiendo la idea de la superioridad de la raza aria frente a otras razas. Antes del fascismo y el nazismo, a principios de siglo, Rusia también vivió un período marcado por revoluciones, culminando en 1917 con la Revolución Rusa que dio origen a la Unión Soviética, pero fue recién en 1924 que Stalin llegó al poder y permaneció allí hasta 1953, liderando un acelerado proceso de industrialización y expropiación de las tierras campesinas, utilizando el poder del Estado.
A pesar de las diferencias históricas, los estudiosos identifican en los movimientos y regímenes totalitarios algunas similitudes estructurales que configuran sus características básicas. Entre ellos podemos mencionar: 1) existencia de un partido único de masas, fuertemente jerarquizado; 2) ideología autoritaria, centrada en el culto al Estado, la fuerza y la figura del poder político; 3) movilización de masas mediante el uso de instrumentos de propaganda; 4) represión y persecución política de toda forma de oposición política; 5) dirección estatal y centralizada de la economía (SELL, 2006, p. 129 – traducción nuestra).
El Estado de Bienestar, por su parte, surge para llenar un vacío dejado por el Estado Liberal Democrático que, a pesar de garantizar a los individuos una serie de derechos civiles y políticos, no les garantizaba el acceso a beneficios sociales fundamentales como la salud, la educación, el trabajo, etc El Estado de Bienestar tiene como una de sus características fundamentales, por tanto, la implementación de un conjunto de políticas sociales que pueden ser financiadas por el Estado, a través del Gobierno, con el objetivo de garantizar la seguridad social.
El Estado en Brasil
El primer paso importante hacia la formación del aparato estatal en Brasil tuvo lugar con la llegada de la familia real a Brasil, en 1806. La llegada de la familia real trajo una serie de cambios al país, incluida la formación de órganos y departamentos gubernamentales. En 1822, con la proclamación de la independencia y en 1889 con la proclamación de la República, tenemos dos importantes momentos históricos de consolidación del Estado en Brasil: el primero correspondiente a una especie de Estado “absolutista” (la monarquía como forma de gobierno aliado a una especie de parlamentarismo) y, luego de la proclamación de la República, tenemos lo que podríamos llamar la génesis del Estado Liberal-Republicano en Brasil (una forma de gobierno republicano aliado al presidencialismo), que durará hasta 1930, con el origen de lo que podemos llamar el Estado Nacional.-desarrollista. “El período histórico del desarrollismo tiene como marca fundamental la intervención activa del Estado en la promoción de la industrialización, es decir, del desarrollo nacional” (SELL, 2006, p. 140 – traducción nuestra). Entre 1930 y la década de 1980, podemos decir que el Estado brasileño adoptó como principio fundamental de su política la combinación del crecimiento económico con la promoción de la industrialización y el cambio estructural del sistema productivo (de un Brasil agrario exportador a un Brasil industrial y urbano). Fue durante este período que se crearon empresas estatales como Vale do Rio Doce (mineral) y Petrobras (combustible), donde el Estado tomó el control de algunas industrias básicas como una forma de acelerar el desarrollo económico. A partir de la década de 1980, con el aumento creciente de la inflación (en 1988 la inflación alcanzó cerca de 2.000%) y también el aumento de la deuda externa (resultado de los grandes préstamos tomados por los gobiernos militares para financiar el desarrollo industrial), el Estado brasileño entró en un proceso de crisis y se tomaron una serie de medidas (planes económicos) con el objetivo de buscar la estabilidad financiera de la economía brasileña. Desde entonces, ese ha sido el gran desafío de los gobiernos desde la década de 1980: construir un nuevo modelo de Estado y retomar el crecimiento económico.
Referências Bibliográficas
BOBBIO, N. Do Fascismo à Democracia: os regimes, as ideologias, os personagens e as culturas políticas. Rio de Janeiro: Elsevier, 2007.
BONAVIDES, Paulo. Ciência Política. 10. ed. São Paulo: Malheiros Editores, 2000.
HABERMAS, J. O Estado nacional europeu – sobre o passado e o futuro da soberania e da nacionalidade. In: ____. A inclusão do outro: estudos de teoria política. São Paulo: Loyola, 2002, p. 120-145.
RODRIGUES, Marta M. Assumpção. Políticas Públicas. São Paulo: Publifolha, 2011. (Coleção Folha Explica).
SELL, Carlos Eduardo. Introdução à Sociologia Política: política e sociedade na modernidade tardia. Petrópolis, RJ: Vozes, 2006.